lunes, 21 de junio de 2010

Amores zurdos I


Primero le gustaban los rubios, así que aclaré mi cabello oscuro hasta que adquirió tonos blanquecinos. Cuando conseguí la tonalidad adecuada, le empezaron a atraer los pelirrojos, así que puse mi cabeza como una zanahoria. Cuando alabó las barbas, dejé crecer la mía, y la convertí en bigote al verla quedarse parada ante la foto de un actor bigotudo. Empezó a fijarse en los musculosos, así que invertí todo mi tiempo libre en el gimnasio. Cuando mis bíceps empezaron a hacerse notar y mi estómago reclamaba algo más que tortillas de claras, la vi tontear con un calvo algo fondón. Así que me rapé el pelo y comencé a comer chocolate y bollos a todas horas. Ayer la vi pasear por la calle, acaramelada, con su brazo engarzando el de una chica de melena negra y su cabeza apoyada en el hombro de ella. Ya he pedido cita en la clínica.

Fragmento del libro "Ni paquí ni pallá, pal otro lao"