Me desperté a eso de las diez. El calor me fue sacando del sueño. En duermevela dejé el centro para hacerte sitio. La persiana decoraba mi cuerpo con sus óvalos de sol. Mi sexo buscaba al tuyo. Fui a tocarte pero encontré vacío. Abrí los ojos levemente; los volví a cerrar ante mi elección. Recordé que había vuelto a casa. Deseé haberme quedado. Pisciana. Siempre en contradicción. Me levanté y apagué la estufa origen de aquel calor. Con los restos de la noche compuse la mañana.
Fragmento del libro: "Siempre hay un roto para un escocío".
Me sigue emocionando que gente tan especial publique en este rinconcito. Sea usted muy bienvenida.
ResponderEliminarSenkiu verimá de corasón.
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